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Presentación de Ramón del Castillo, Germán Cano
ISBN: 978-84-9879-237-9
520 páginas
2ª edición
Fecha de publicación: octubre 2011
Encuadernado en Rústica
Dimensiones: 145 x 230 mm, peso 730 g
Materias: Crítica de la cultura
Lejos de ser una historia de la estética al uso, este descomunal libro de Terry Eagleton debería entenderse como una peculiar genealogía de la idea de lo estético, una contundente regresión a sus orígenes, un recorrido extremo desde el siglo de las Luces a la era del neón, desde las esperanzas burguesas a las ilusiones posmodernas.
¿Por qué la esfera de lo estético se concibió en la Era Moderna no como un ámbito de acción opuesto a la razón, sino como su suplemento necesario? ¿Qué ocultaba la idea de un tipo de experiencia que no representaba un mero análogo de la razón política, sino casi su presupuesto? La ambivalencia esencial afloró conforme pasó el tiempo: la idea de lo estético, como la de cultura, permitía imaginar una concepción universal de lo humano, un ámbito donde la libertad y la necesidad, la autoafirmación y la ley, la diferencia y la norma, parecían reconciliarse idealmente. Desde muchos puntos de vista, el culto a lo estético culminaba una historia, la de la gloriosa filosofía idealista y la de una burguesía en su apogeo, pero también marcaba el principio de una decadencia al tornarse síntoma del malestar de una cultura que convertía lo estético en sucedáneo o sustituto de la política.
A lo largo de un minucioso y brillante análisis de las genialidades e incertidumbres de Baumgarten, Schiller, Kant, Schopenhauer, Kierkegaard, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud, Adorno, Benjamin, Heidegger, y hasta de las lumbreras posmodernas, Eagleton contrapone las desmesuradas aspiraciones del pensamiento con las contradicciones de una sociedad que amontona no sólo documentos de cultura y de barbarie, sino también de cinismo.
Como Fredric Jameson proclamó de esta obra: «Que la teoría contemporánea acabaría remontándose a sus orígenes, hasta las grandes contradicciones de la estética filosófica, era algo predecible [?], pero nadie podía esperar una confrontación con toda la historia de ese discurso como la de Eagleton».