Es una de las pocas figuras atacadas y denostadas en el islam por ser una especie de «librepensador» que, desde una posición deísta, niega la necesidad de profetas y revelaciones, situándose por encima de diferencias religiosas y confesionales, ya que considera a las religiones como responsables de divisiones y enfrentamientos entre los hombres. Médico afamado, vivió en Bagdad y en Rayy, dirigiendo el hospital de esta última ciudad. Su obra médica
Continens fue traducida y conocida en Occidente. Su obra filosófica sólo nos es conocida por las refutaciones de sus oponentes, habiendo llegado hasta nosotros tan sólo los dos tratados de ética que esta Editorial traduce con el título de
La conducta virtuosa del filósofo. Por su producción científica y gran aprecio por las ciencias, así como por su ideal de vida filosófica, puede ser considerado como un último representante de la Antigüedad clásica en tierras del islam.